Ensalada César con camarones - 2 recetas de cocina

¡La ensalada César con camarones es la verdadera reina de las vacaciones! Puede animar y enriquecer cualquier mesa, especialmente si a ella se sientan conocedores de mariscos. En comparación con su homólogo de pollo, tiene un sabor más delicado y sutil.

Ensalada César con camarones

La ensalada César con gambas no es tan popular como su versión clásica con pollo, pero sigue gozando de cierto éxito entre los amantes del marisco en general y de las gambas en particular. A menudo se elabora con tomates cherry. Uno de los conjuntos de productos, además de los enumerados anteriormente, es: lechuga, parmesano, huevos duros, sal, especias y aceite vegetal para freír. La salsa puede ser la misma que en la composición tradicional.

La solución original se implementa en una de las recetas de ensalada César con camarones. Allí se colocan en una ensalada clásica en forma de salsa. Es decir, todo es igual, a la salsa solo se le agregan camarones, que luego se procesan en una licuadora. Como resultado, el plato adquiere un agradable aroma y sabor a marisco, aunque en sí está hecho de pollo.

Los camarones para ensalada se pueden freír o guisar en una sartén. Para ello se utilizan varios ingredientes, como aceite de oliva o mantequilla, vinagre, jugo de limón, vino, nata y salsa de soja. A tu criterio, puedes tomar camarones pequeños o grandes, cortarlos en trozos o ponerlos enteros (solo necesitas pelarlos y quitarles las colas de carne). También puedes simplemente hervir los camarones.

Los picatostes, o picatostes como los llaman los franceses, para la ensalada César deben seguir siendo los mismos. En la mayoría de los casos, este snack les resulta reconocible (en combinación con otros productos). Es mejor hacer los picatostes usted mismo horneándolos o friéndolos en aceite con ajo, sal y especias secas. Con los picatostes comprados en la tienda, incluso los mejores y más caros, la ensalada no adquirirá ese sabor característico, ¡y los principiantes deberían saberlo mejor! En los clásicos tienen una forma estrictamente fija. Primero, el pan se corta en tiras cuadradas largas y luego en cuadrados más pequeños. Y deben quedar crujientes por fuera y suaves por dentro.